sábado, 13 de octubre de 2007

miércoles, julio 04, 2007

Lectura de Invierno

Tránsito: la barbarie cotidiana
por Aldo Isuani SOCIOLOGO, PROFESOR TITULAR UBA, INVESTIGADOR CONICET

Se necesitan políticas nacionales que logren frenar una cantidad de víctimas mensuales equivalentes a las de la guerra de Malvinas. Una sociedad que tolera semejante cifra se resigna a vivir incivilizadamente

Cada mes, una guerra de Malvinas. Efectivamente, en las Islas murieron 650 argentinos y 1.188 recibieron heridas. Estas son aproximadamente las cifras de víctimas fatales e incapacitadas por accidentes de tránsito que se producen mensualmente en calles y rutas del país. ¿Por qué el problema se ha agudizado y en vez de una reacción contundente de Gobierno y sociedad parece existir la noción de que este demencial escenario de muerte y destrucción es parte del paisaje argentino?Es triste constatar que el tema no ha merecido un solo debate en el Congreso de la Nación, ni iniciativas decididas del Gobierno nacional. El respeto del federalismo no puede ser una excusa para tamaña inacción. Por otra parte, el tema no ocupa lugar alguno en la campaña electoral de la Ciudad de Buenos Aires y no hemos asistido a ninguna gran manifestación de ciudadanos para exigir responsabilidad a los conductores de vehículos y mayor control a las autoridades. Esto es sencillamente reconocer que aquellas instituciones y las principales fuerzas políticas y organizaciones de la sociedad civil no admiten que muertes prevenibles de argentinos en un número anual más de diez veces superior a los caídos en Malvinas sean un problema para ellos.Debe reconocerse que algunos gobiernos locales dieron pasos positivos: control de alcoholemia, mayores requisitos para obtener el registro de conducir, promover la educación vial en escuelas, etc., pero los resultados están a la vista: los accidentes graves aumentan. Y ello porque las medidas más importantes aún no están en la agenda.En primer lugar, una policía de tránsito que disuada y actúe sobre las infracciones más relacionadas con los accidentes graves, básicamente, exceso de velocidad y maniobras imprudentes. Además de puestos de control, ésta debería contar con un cuerpo motorizado que, al menos, recorra permanentemente las principales vías donde se producen accidentes fatales, y debe tener la autoridad y el respaldo necesarios para detener a este tipo de infractores. En segundo lugar, las penalidades para las infracciones graves deben ser sensiblemente mayores. No es posible que prácticamente la única transgresión que recibe penalidad sea el inofensivo mal estacionamiento. El registro de conductor debería ser nacional y conducir sin el mismo o estando inhabilitado tiene que ser considerado delito gravísimo. Creo que será imposible resolver este problema sin una cierta nacionalización de la respuesta. Esto es, el Gobierno y el Parlamento nacionales deberán revisar normas y ejecutar políticas que faciliten un efectivo control y castigo de las transgresiones potencialmente letales. Y esto, cooperando con las provincias y exigiéndoles resultados o asumiendo directamente la responsabilidad si se llega a la conclusión de que hay provincias que no tienen capacidad para enfrentar el tema.Queda en tercer lugar el tema de la educación vial. No se trata simplemente de algún que otro spot televisivo mostrando con generosidad hierros retorcidos y charcos de sangre; no se trata sólo de enseñar a nuestros niños el contenido de las normas de tránsito, no se trata de afiches aislados en la vía pública exhortando a cumplir normas. Esto no alcanza.Se trata de una campaña comunicacional sostenida y masiva en medios gráficos, radiales y televisivos para que los ciudadanos conductores y transeúntes refresquen su conocimiento sobre la conducta correcta en el tránsito y reflexionen y comprendan la necesidad de respetar la vida y que no hay ansiedad ni apuros que justifiquen poner en riesgo la vida de otros y la propia.Estas políticas precisan de recursos que las viabilicen. Asegurar la libertad de movimiento del país frente al FMI no puede ser más importante que 10.000 vidas argentinas anuales.En el drama del tránsito argentino se juega un tema mayor: una sociedad que acepta pasivamente una obscena cantidad de muertes prevenibles no comprende en definitiva qué es vivir civilizadamente, qué es calidad de vida o qué es desarrollo; se resigna a vivir primitivamente aunque posea tasas elevadas de crecimiento económico.Es hora de reaccionar y demostrar que esta epidemia mortal que nos aqueja tiene antídotos y puede ser combatida.



VOLVER AQUÍ a R:. LOGIA O'HIGGINS 392 - Masonería Argentina

No hay comentarios: